La periodista social italiana Laura Zanetti, en visita a La Palma, entrevista Don José Casatejada sobre la parada de la producción de la leche fresca La Monsita. Ayer salió en el principal periodico de Trentino Alto Adige, la region norte-este de Italia, la de las Alpes e pre Alpes, las dolomites, reino de montañas y vacas, leche y queso, donde los ganaderos como don José están sufriendo los mismos problemas.
A continuación ponemos la traducción de la entravista en el periodico italiano.
A continuación ponemos la traducción de la entravista en el periodico italiano.
Don José.
Así muere la agrigultura
familiar.
En la imagen José Casatejada en su establo, casi
vacía, en la isla de La Palma, Canarias. Pero el hombre continúa su
batalla.
Al igual que
en nuestros Alpes, incluso en Canarias, pastores y agricultores están en manos
a los lobbies.
Entre geranios, cactus, agave, aloe, campos de uva dulce y
extensiones de platanos a nivel del mar, nos dejamos a la espalda
Santa Cruz de La Palma, la pequeña capital (apenas 18.000 habitantes) de una de las islas más fascinantes del Archipielago canario: La Palma. Pasando entre
castaños, nogales y un increíblemente
rico sotobosque de boletus y níscalos,
llegamos a bosquecillos llenos de
helechos y un paisaje volcánico salpicado de arbustos, laburnum
y retama.
La
meta de este día de agosto lleno de sol y brisa del oceano es todo lo que queda de
una gloriosa granja de ganado vacuno, La Monsita, en el Rincón de Casaña (El Paso),
dirigida por Don José
Casatejada que nos espera para una entrevista, acompañados de música relajante de Beethoven
y en presencia del pequeño ternero que la unica vaca que se ha quedado dió a
lúz. Granja que, hasta la pasada primavera, durante años ha producido
una leche de excelente calidad,
y luego fue “matada” por la esquizofrenia burocrática servidora de los grandes lobbies de leche y queso, de
una manera no muy diferente de lo
que sucede en nuestras tierras y
laderas alpinas.
P:
Don José. ¿Porqué
con una formación superior en biología
y un trabajo seguro de técnico especialista
en el Parque Nacional de la Caldera del Taburiente
ha elegido el
duro trabajo de ganadero?
R: Diría que es tradición familiar. En otras tierras de la Península mis cuatro abuelos eran agricultores y ganaderos. Tenían rebaños de ovejas, vacas y otros animales. Para mí era recuerdos idílicos de mi niñez que logré contagiar a mi esposa. Desde mucho tiempo sólo criaba cabras indígenas en la tradición de la isla, debido a su terreno escarpado y desigual. Luego, a mediados de los años 80, para asegurar a mi familia una leche sana y buena, empecé con dos vacas: Malinda y Monsita, este último, por cierto, más tarde se convirtió en el nombre de mi empresa.
R: Diría que es tradición familiar. En otras tierras de la Península mis cuatro abuelos eran agricultores y ganaderos. Tenían rebaños de ovejas, vacas y otros animales. Para mí era recuerdos idílicos de mi niñez que logré contagiar a mi esposa. Desde mucho tiempo sólo criaba cabras indígenas en la tradición de la isla, debido a su terreno escarpado y desigual. Luego, a mediados de los años 80, para asegurar a mi familia una leche sana y buena, empecé con dos vacas: Malinda y Monsita, este último, por cierto, más tarde se convirtió en el nombre de mi empresa.
Eran
una mezcla de vaca francesa y suiza que habían reemplazado
gradualmente a la Palmera, una raza de pequeña altura con más funciones: producción
de leche, carne y animal de
trabajo. Con la poca leche que me daban hacía un queso fresco y curado
y pequeñas cantidades de mantequilla usando una mantequera de madera, equivalente a vuestra “zangola di legno”.
Un sabor excelente! Lo que me dió tanta
satisfacción que pensé de
reproducir otras vacas apareandolas
con toros de diferentes
razas y criando los terneros. Los "expertos"
la consideran un
tontería. Al revés, la vaca fecundada por el toro es otro animal: mucho
más estable y por lo tanto más sano
que los inseminados artificialmente. A los 6-7 meses, la
ternera ya está sexualmente madura, pero hay que esperar para que
el primer parto se produzca a partir de los 22 meses.
P: ¿Cómo gestionó la leche producida ya que, poco a poco, aumentó el número de las vacas?
R: En el '85 tenía 17 vacas en la granja. Una parte de la leche la procesaba yo mismo, la otra se vendía a la Central lechera de la isla, que cerró en el '95, probablemente bajo la presión de los grandes lobbies de leche y queso.
P: Entonces empezó un proyecto único entre los pequeños ganaderos de la isla que querían producir una leche y un queso de excelente calidad. ¿Es así?
R: Sí. Nos metimos todos alrededor de una mesa para estudiar un proyecto de autogestión de nuestro producto que conservara las características de una leche auténticamente sana y estableciendo tres principios básicos: el bienestar de los animales que garantizara un óptimo sistema inmunológico y, en consecuencia, una menor necesidad de medicamentos, una perfecta higiene desde el ordeño hasta el envasado y, no menos importante, la satisfacción de aquella parte de consumidores atentos a una dieta sana. Compramos la Central lechera de la isla mediante nuestros créditos.
P: ¿Cómo promocionaron su leche fresca?
R: Con un método simple y muy barato: el boca a boca. Nada más. Al principio la vendíamos como leche cruda luego, en el '95, construimos la instalación para la pasteurización y envasado en botellas de vidrio primero, luego sustituida por recipientes de film plástico alimentario por razones de practicidad e higiene, ofreciendo el producto directamente a las familias con nuestro propio vehículo.
P: ¿Cómo reaccionó la grande empresa canaria en el sector?
R: Después de que unos ganaderos empezaron a vender en los supermercados y tiendas de la zona, no sólo la leche, sino también el queso producido en la granja, la gran empresa se irritó presumiblemente por temor, en primer lugar por que se difundiera entre los productores la conciencia de que también lo podían hacer solos ellos mismos. Primero empezaron con una propuesta engañosa.
P: ¿Cómo gestionó la leche producida ya que, poco a poco, aumentó el número de las vacas?
R: En el '85 tenía 17 vacas en la granja. Una parte de la leche la procesaba yo mismo, la otra se vendía a la Central lechera de la isla, que cerró en el '95, probablemente bajo la presión de los grandes lobbies de leche y queso.
P: Entonces empezó un proyecto único entre los pequeños ganaderos de la isla que querían producir una leche y un queso de excelente calidad. ¿Es así?
R: Sí. Nos metimos todos alrededor de una mesa para estudiar un proyecto de autogestión de nuestro producto que conservara las características de una leche auténticamente sana y estableciendo tres principios básicos: el bienestar de los animales que garantizara un óptimo sistema inmunológico y, en consecuencia, una menor necesidad de medicamentos, una perfecta higiene desde el ordeño hasta el envasado y, no menos importante, la satisfacción de aquella parte de consumidores atentos a una dieta sana. Compramos la Central lechera de la isla mediante nuestros créditos.
P: ¿Cómo promocionaron su leche fresca?
R: Con un método simple y muy barato: el boca a boca. Nada más. Al principio la vendíamos como leche cruda luego, en el '95, construimos la instalación para la pasteurización y envasado en botellas de vidrio primero, luego sustituida por recipientes de film plástico alimentario por razones de practicidad e higiene, ofreciendo el producto directamente a las familias con nuestro propio vehículo.
P: ¿Cómo reaccionó la grande empresa canaria en el sector?
R: Después de que unos ganaderos empezaron a vender en los supermercados y tiendas de la zona, no sólo la leche, sino también el queso producido en la granja, la gran empresa se irritó presumiblemente por temor, en primer lugar por que se difundiera entre los productores la conciencia de que también lo podían hacer solos ellos mismos. Primero empezaron con una propuesta engañosa.
Me explico:
propuso una sociedad conjunta que habria gestionado nuestra leche manteniendo su excelencia y utilizando sus canales comerciales.
Por el contrario, la usaron para hacer sus
productos habituales en los que
este nivel obviamente se perdía y
utilizaron vías de comercialización de productos de mala calidad. Lo descubrimos y los
denunciamos judicialmente. Hemos ganado la causa en dos ocasiones.
P: ¿Cuál era su objetivo?
R: Bastante claro en la lógica del mercado. Su propósito era nuestro fracaso y así eliminar en la isla un peligroso competidor, tomando posesión del monopolio local de leche y queso. En 2005 se formó una cooperativa de ganaderos para protegerse contra las engañosas propuestas de los grandes lobbies.
P: ¿La cooperativa sigue unida después de las denuncias?
R: Si, pero digamos que todo el mundo se organizó por su cuenta. El fracaso de la misma Central lechera nos enseñó que grandes volúmenes de producto requieren por lo menos un químico profesional para un control minucioso de grandes cantidades (temperatura, análisis, higiene, etc ...) y un director de marketing, además de otros profesionales. Profesionales que no son esenciales si se trabaja con pequeñas cantidades. Por otro lado, está claro que si nos hubieramos quedado y luchado juntos, todo habría salido diferente. Sanidad ha disminuido el número de registros sanitarios eliminando así a muchos pequeños ganaderos, debilitando el sector de la producción local. Esta es una clara decisión política. Política, por supuesto, al servicio de la gran empresa y del mercado masificado y en contra del pequeño artesano y de un producto de calidad.
P: ¿Esta es quizás una de las razones por las que a final de abril de este año Usted decidió vender su ganado y parar la producción?
R: Desde luego. En mi caso, en la ejecución de esa política, fueron los inspectores de sanidad del lugar decididos a amargarme la vida hasta que lo dejara todo. En particular, uno que seguía veniendo con su propia interpretación de la legislacíon de sanidad. Nunca hubo problemas sanitarios, ni tampoco los había ahora, pero se trata de que pierdas tu tiempo y tu dinero para que no puedas trabajar y para que no te resulte rentable.
P: ¿Cuál era su objetivo?
R: Bastante claro en la lógica del mercado. Su propósito era nuestro fracaso y así eliminar en la isla un peligroso competidor, tomando posesión del monopolio local de leche y queso. En 2005 se formó una cooperativa de ganaderos para protegerse contra las engañosas propuestas de los grandes lobbies.
P: ¿La cooperativa sigue unida después de las denuncias?
R: Si, pero digamos que todo el mundo se organizó por su cuenta. El fracaso de la misma Central lechera nos enseñó que grandes volúmenes de producto requieren por lo menos un químico profesional para un control minucioso de grandes cantidades (temperatura, análisis, higiene, etc ...) y un director de marketing, además de otros profesionales. Profesionales que no son esenciales si se trabaja con pequeñas cantidades. Por otro lado, está claro que si nos hubieramos quedado y luchado juntos, todo habría salido diferente. Sanidad ha disminuido el número de registros sanitarios eliminando así a muchos pequeños ganaderos, debilitando el sector de la producción local. Esta es una clara decisión política. Política, por supuesto, al servicio de la gran empresa y del mercado masificado y en contra del pequeño artesano y de un producto de calidad.
P: ¿Esta es quizás una de las razones por las que a final de abril de este año Usted decidió vender su ganado y parar la producción?
R: Desde luego. En mi caso, en la ejecución de esa política, fueron los inspectores de sanidad del lugar decididos a amargarme la vida hasta que lo dejara todo. En particular, uno que seguía veniendo con su propia interpretación de la legislacíon de sanidad. Nunca hubo problemas sanitarios, ni tampoco los había ahora, pero se trata de que pierdas tu tiempo y tu dinero para que no puedas trabajar y para que no te resulte rentable.
Déjenme darles un
ejemplo: este personaje quería a toda costa que pusiera azulejos en el
laboratorio en vez de las paredes lavables que tiene,
que siempre se han permitido por la normativa europea que habla del uso de
"superficies lavables". Pero si se te ocurre
poner los azulejos después te pedirá que los quites pues las juntas no se
pueden limpiar bien. En resumen, en los
últimos años este peculiar personaje y su paranoia
han conseguido agotarme al punto de
dejar mi actividad. Yo quería trabajar con mis vacas, no
con los abogados y los inspectores, una
cosa es trabajar de ganadero y otra muy distinta es trabajar de litigante. Una
antigua maldición gitana expresa gráficamente lo desagradable de este último
trabajo: "Pleitos tengas y los
ganes".
P: ¿Cuantas pequeñas haciendas habia cuando existía la Cooperativa y cuantas hay ahora?
R: Había unas 5.000 explotaciones, ahora quedan solo unas 150.
P: ¿A cuantas personas daban trabajo?
R: Estas explotaciones daban unos 7.500 puestos de trabajo directo, y unos 1.000 puestos indirectos, constituían una economía alternativa y complementaria a otras actividades de la isla.
P: ¿Cómo está viviendo su elección?
R: Las circunstancias cambian como las estaciones. Trabajaba hasta 18 horas al día. Pero Usted sabe, la satisfacción de ver a mi buena leche junto a la industrial en las neveras de muchos supermercados de la isla fue grande. Producir artesanalmente es ahora imposible. Como ya he dicho, los burócratas son servidores de los grandes lobbies de la leche así como de otros productos. Punto. Sin embargo sigo teniendo mis pequeñas satisfacciones que son un semental, mi nuevo ternero y su madre, que alimento con esta mezcla que preparo semanalmente, hecha de cebada, avena, rolón (maíz molido), alfalfa, paja de trigo, melaza de caña de azúcar, soja y remolacha azucarera, todo corregido por una parte proporcional de minerales. Y por supuesto, el pastoreo diario de mi campo. Con un hábito: compartir con mis animales las notas de Beethoven. La música, clásica en particular, es buena para el alma. Incluso a la de los animales.
P: ¿Así que no hay sentimiento de derrota?
R: No, en absoluto. Ninguna derrota, siempre y cuando todavía puedo garantizar una leche sana para mi familia, que sigo estando autorizado a producir y cuyas características físico-químicas y sanitarias son públicas, se analizan periódicamente y se comunican al Ministerio de Agricultura y Ganadería del Estado y a la Consejería de Agricultura y Ganadería del Gobierno Autónomo. ¿Le parece poco?
Laura Zanetti
El Paso, La Palma, Islas Canarias, España, 18 de agosto de 2014
P: ¿Cuantas pequeñas haciendas habia cuando existía la Cooperativa y cuantas hay ahora?
R: Había unas 5.000 explotaciones, ahora quedan solo unas 150.
P: ¿A cuantas personas daban trabajo?
R: Estas explotaciones daban unos 7.500 puestos de trabajo directo, y unos 1.000 puestos indirectos, constituían una economía alternativa y complementaria a otras actividades de la isla.
P: ¿Cómo está viviendo su elección?
R: Las circunstancias cambian como las estaciones. Trabajaba hasta 18 horas al día. Pero Usted sabe, la satisfacción de ver a mi buena leche junto a la industrial en las neveras de muchos supermercados de la isla fue grande. Producir artesanalmente es ahora imposible. Como ya he dicho, los burócratas son servidores de los grandes lobbies de la leche así como de otros productos. Punto. Sin embargo sigo teniendo mis pequeñas satisfacciones que son un semental, mi nuevo ternero y su madre, que alimento con esta mezcla que preparo semanalmente, hecha de cebada, avena, rolón (maíz molido), alfalfa, paja de trigo, melaza de caña de azúcar, soja y remolacha azucarera, todo corregido por una parte proporcional de minerales. Y por supuesto, el pastoreo diario de mi campo. Con un hábito: compartir con mis animales las notas de Beethoven. La música, clásica en particular, es buena para el alma. Incluso a la de los animales.
P: ¿Así que no hay sentimiento de derrota?
R: No, en absoluto. Ninguna derrota, siempre y cuando todavía puedo garantizar una leche sana para mi familia, que sigo estando autorizado a producir y cuyas características físico-químicas y sanitarias son públicas, se analizan periódicamente y se comunican al Ministerio de Agricultura y Ganadería del Estado y a la Consejería de Agricultura y Ganadería del Gobierno Autónomo. ¿Le parece poco?
Laura Zanetti
El Paso, La Palma, Islas Canarias, España, 18 de agosto de 2014
Nota del editor.
José Casatejada era un
hombre que en la vida no necesitaba trabajar come pequeño ganadero para vivir: licenciado en Biología,
tenía un trabajo seguro como técnico especialista en el parque
nacional de la isla. Pero en su
historia, la ganaderia familiar era
una constante: los cuatro abuelos
eran ganaderos.
Al comienzo, entonces, decidió de criar, casi sólo por gusto (tal vez para asegurar una leche totalmente saludable para su familia), unas cabras autóctonas, en la isla de La Palma, en Canarias. Luego, en mediados de los años 80 decidió el gran salto y empezó a críar vacas: leche, queso fresco y curado. La leche, como otros productores de la isla, la vendia a la Central. Que luego cerró "bajo la presión de los grandes lobbies". Entonces los ganaderos de La Palma decidieron autogestionar, juntos, su producto. Pero una vez más fueron bloqueados. "Por la ley y por los que la aplican".
Al comienzo, entonces, decidió de criar, casi sólo por gusto (tal vez para asegurar una leche totalmente saludable para su familia), unas cabras autóctonas, en la isla de La Palma, en Canarias. Luego, en mediados de los años 80 decidió el gran salto y empezó a críar vacas: leche, queso fresco y curado. La leche, como otros productores de la isla, la vendia a la Central. Que luego cerró "bajo la presión de los grandes lobbies". Entonces los ganaderos de La Palma decidieron autogestionar, juntos, su producto. Pero una vez más fueron bloqueados. "Por la ley y por los que la aplican".